La locura de confiar en Dios

¿Recuerdas el significado de confiar?

 



Pensemos por un momento en las cosas buenas de la vida. Esto puede variar mucho según cada uno. Seguro que al leer esa frase cada uno pensamos en algo o en alguien. Seguro que también podemos estar de acuerdo en muchas cosas, y no tanto en otras. Por lo tanto os voy a hablar desde mi punto de vista.

Para empezar podemos fijarnos en lo que todos vemos, cosas de las que todos, unos más que otros, podemos disfrutar. Hablo de tecnología, hablo de naturaleza o hablo de personas, y por supuesto hablo de comida, de deporte o cualquier otro placer. En todo esto podemos englobar nuestras vidas.
Pero dejemos todo eso aparte. Porque cuando entiendes ciertas cosas todo eso que antes te llenaba se va desinflando y cada vez te importa menos. Así de simple, todos tenemos intereses y a lo largo de nuestra vida van cambiando. ¿Qué es entonces lo que realmente importa?. ¿Lo que a mi me importa en cada momento de mi vida es siempre lo importante? Pues no, aunque para ti en ese momento sea así, seguro que se te escapan cosas importantes o que cosas que consideras importantes no lo son en absoluto. Supongo que os habréis dado cuenta que he cambiado “las cosas buenas de la vida” por “las cosas que realmente importan”. Porque lo que realmente importa son las cosas que son realmente buenas en la vida.

Entonces ¿cuales son esas cosas de las que hablas? Os puedo hablar de esas cosas, pero solo me vais a oír unos pocos, me vais a oír los que ya las habéis sentido. Porque las cosas del corazón son para sentirlas primero y entenderlas después. Osea que quien intente entender sin sentir no se va a enterar de nada. Esto es lo que le pasa ahora al mundo, que centran su atención en entender y se olvidan de sentir. No se enteran de nada. De hecho van en contra de los sentimientos. ¿O es que el amor no es una locura? Eso dicen. Pero ¿No es la mayor y mejor locura que existe? Siempre y cuando hablemos de un amor acertado. Si eso es estar “loco”, por favor dejarme ser feliz en mi locura.

Porque ahora te llaman chiflado por cualquier cosa, o al menos lo piensan. Yo diría que hay locos y locos. Como ya he dicho muchas veces la táctica del enemigo que venimos viendo es la de darle la vuelta a la tortilla, pero lentamente y con mimo, así que una vez más nos encontramos con esta estrategia en el terreno de juego. Antes un lunático estaba claro que era eso, un enfermo, un demente. Pero ahora ¿quien está cuerdo? ¿los que siguen modas actuales? ¿los que se visten sin ningún sentido de la estética o incluso de la decencia? ¿los que defienden ideas modernistas, ideas que van contra el propio ser humano? o tal vez ¿los que viven para ellos mismos y sus barrigas? Casi nadie diría ahora mismo que por estar al día en los canon de belleza, por vestir de manera atrevida, por defender las ideas que a cada uno le parecen o por vivir la vida; no por todo ello, vamos a calificar a alguien de loco, demente, perturbado, enajenado, chiflado, lunático o maldito chalado. Ni mucho menos. Daros cuenta como todo se puede camuflar, disfrazar, esconder u ocultar, digo varios sinónimos para recalcar lo que hacen con los que no saben leer detrás sus palabras maquilladas. Adaptan el lenguaje a su antojo, y con eso se excusan para hacer lo que les da la gana, para que todo el mundo haga lo que ellos les dicen que tienen que hacer, y el mundo, la gente, la manada, las masas, son eso, un rebaño de ovejas guiadas por lobos. Les dicen incluso lo que tienen que pensar, de muchas formas desde pequeñitos. Y una de las cosas que les dicen precisamente es quien está loco y quien no. Así que actualmente un loco es quien hace cualquier cosa que se salga de la norma, de lo “correcto”. El concepto de correcto lo han adaptado a su gusto, por supuesto. Es decir, o piensas como ellos o estas mal del tarro.

En conclusión, aquí y ahora, no está loco quien hace algo malo, ridículo, inapropiado, sin pensar en las consecuencias, sin sentido común, algo absurdo, inquietante o preocupante. Aquí los locos somos los que pensamos solitos. Así que si, actualmente, soy un loco.
Desde el punto de vista humano tienen argumentos de sobra para demostrar que estamos locos los que pensamos así. Si coges la vida de cualquier cristiano y te quedas solo con la parte humana, le quitas todo el sentido, en ese caso, estaríamos realmente locos. Eso es lo que ellos ven y por eso no dudan en decirte que no eres normal o que estas perdiendo la cabeza. Por ejemplo ¿que sentido tendría sufrir? “es que simplemente el sufrir por alguien ya le daría sentido” te dirían algunos. Pero por ejemplo si se te muere alguien ¿Tiene sentido sufrir por él? A lo que me refiero es que, nosotros le damos sentido a muchas cosas gracias a nuestra fe, por lo que la mayor parte de nuestro comportamiento seria un sin sentido de pies a cabeza sin ella, y de ahí nacen todos sus argumentos para criticarnos. Porque es lo que digo, piensan sin sentir y la razón no entiende las razones del corazón.

Hablemos pues de mi “falta de juicio”. Esta radica en lo que considero realmente importante. La base en la que se cimenta mi locura. Es un amor muy especial que es especialmente odiado y criticado en la actualidad. Yo baso mi vida en ÉL. Él es mi sustento, me sostiene cuando mis fuerzas flaquean. Es mi refugio, voy allí cuando hay tempestad. Es mi estandarte, me enorgullece ser su hijo. Es mi guía, va siempre delante de mi para que le siga. Es mi Señor, disfruto sirviendole en esta misión. Es mi amo y creador, soy completamente suyo, su criatura. ÉL es un padre bueno, se preocupa de que haga bien las cosas. Puedo descansar en ÉL, y qué descansado es descansar así, porque en verdad tener fe es una ventaja en este mundo, siempre tienes a alguien a quién soltarle la mochila de tus problemas y dejarte guiar a pastos de fresca hierba. Porque somo eso, sus ovejas. Y no creáis que creemos para tener donde desahogarnos, para sentirnos mejor, por conveniencia, no creáis que creemos porque así la vida es más fácil, no creáis que nos engañamos a nosotros mismos.

Ya he explicado las razones por las que se cree en algo tan grande, y no son simples escapatorias a la cruda realidad. No queráis darle la vuelta, una vez más, a la tortilla convirtiendo una consecuencia merecida en la causa de nuestra fe. Es una estrategia del demonio muy vista, y empieza a cansar. Pero que más da, es súper efectiva. Es muy inteligente y completamente destructiva, ¿Para que cambiarla? Es curioso como cuando le das la vuelta a las cosas siguen pareciendo lógicas. O como fragmentos de verdades entremezclados con mentiras pueden parecer de lo más auténticos. Es como si la parte de verdad encubriese la mentira, como si la mentira utilizase a la verdad para alcanzar sus objetivos, y esta, la verdad, parece dejarse, parece débil, superada por la mentira, ¿No es lo que parece? La mentira se come a la verdad. Parece como si la mentira fuese una verdad retorcida, como un camino que parece que te va a llevar al mismo sitio dando algún rodeo pero disfrutando más del paseo. Pero es todo apariencia, porque la verdad es más fuerte, porque tiene eso, la propia verdad, es la auténtica y es la que al final siempre triunfa. Y ¿que es la verdad si no Jesús? y ¿que es la mentira si no el demonio? ¿Acaso no fue eso lo que paso?
Porque cuando Jesús murió en la cruz, parecía que la verdad había perdido, parecía que había muerto sin sentido, parecía un fracaso, “el fracaso de Dios” dicen algunos considerados papas, parecía que la muerte había vencido a la vida y que el diablo era más poderoso que el mismísimo Dios. Todo apariencia. Jesús resucita al tercer día venciendo a la muerte, a la mentira. Por eso es tan importante para nosotros los cristianos la resurrección de nuestro Señor. Si quitamos la resurrección del mapa efectivamente parecería un fracaso, osea que decir que es un fracaso es ni más ni menos que negar la resurrección de Jesucristo. Jesús utiliza todo ese sufrimiento, para vencer el mal de todos los pecados de la humanidad, no hay mayor lección sobre el sufrimiento. Es decir, el mal que sufre, la mentira, es utilizada para salvar a la humanidad. El mal es transformado en bien a través del sufrimiento. Por lo que si ofrecemos el sufrimiento cuando nos hacen un mal, estaremos transformándolo en bien, porque lo sufrimos. Esa es la lección que nos enseña el maestro. Si quisiéramos ponerlo en una formula matemática seria algo así:
Mal + sufrimiento aceptado = Bien. ¿y que pasa si no lo sufrimos o no lo aceptamos? Mal+sufrimiento rechazado = Mal*2. Matemáticas simples diría yo. Lo que es más difícil es llevarlo a la practica.

Podría parecer de nuevo, si analizamos la situación actual, que se repite la historia y que la mentira gobierna el mundo. Podría parecer que estamos perdidos, que es nuestro final y que no queda esperanza. Que estamos solos, abandonados de la mano de Dios. Podría parecer inútil nuestro esfuerzo y que al final moriremos sin recompensa en el campo de batalla. Que los lobos que nos rodean nos devoraran y como pobres ovejas olvidadas por el pastor no tendremos la más mínima oportunidad de escapar. Pero, una vez más, la mentira será derrotada. Esta vez de forma definitiva, cuando la verdad vuelva a iluminar el mundo nuestro Dios triunfará. Así que “No todo lo que es oro, reluce, ni toda la gente errante anda perdida; a las raíces profundas no llega la escarcha, el viejo vigoroso no se marchita. De las cenizas subirá un fuego, y una luz asomará en las sombras; el descoronado será de nuevo rey, forjarán otra vez la espada rota”. -Tolkien-
Solo nos queda confiar en nuestro Dios, todo lo demás es polvo y aire, porque ¿Quién como Dios?

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