No debería lo sé




Estoy pensando en ti. No debería, lo sé. Pero necesito decirte lo que siento. 
Decírtelo, aunque nunca vayas a escucharlo. Absurdo, lo sé, pero me quema por dentro. 
Creía empezar a olvidarte, cría poder hacerlo, creía que el tiempo era mi amigo, un buen sustituto. 
Y porque debería haberlo hecho esta carta es prohibida, porque expresa un sentimiento estingido, estingido en apariencia. 
Pero no me quiero engañar, el querer olvidar significa que no has olvidado y por eso ese esfuerzo continuo es agotador, digno de los valientes que han superado el desamor. 
Pero ¿Cómo? ¿Cómo encajar semejante engaño? ¿Cómo olvidar tus besos? Tantos que me diste y tantos que te di que penetraban en mi alma y le decían te quiero. 
Pero parece que ese amor era solo el reflejo del mío, y haciendo que me amabas te amabas a ti misma. 
No te culpo, porque el amor deslumbra, se confunde su origen y su destino, creemos que nos pertenece, pero simplemente lo necesitamos. 
Yo mismo me ame más al verme contigo. 
Ame mi suerte, mi destino, mi futuro prometedor. 
Y era un futuro contigo, mi niña. 
Mía y solo mia, gran error. 
Es peligroso anticipar acontecimientos. 
Falsas esperanzas, trampas que preparas contra ti mismo, tu yo del futuro. 

Construyes una vida con ladrillos de recuerdos, a cada uno le pones nombre y fecha de nacimiento, y al pensar en cada uno te alegras por dentro. Ahora, recorres las ruinas de un castillo desplomado y cada ladrillo arde si lo tocas, aún así te dicen que cada ladrillo debe ser destruido, y te ves superado. Al golpearlos retumban con un eco insoportable por todo el valle, por toda la extensión del corazón que los protegía con cuidado. Son charcos que pisoteas enfadado, y al hacerlo descubres que son inmensos mares que te engullen en sus profundidades. El mayor tesoro que habías encontrado, debe ser destruido en el monte del destino, porque es el único sitio donde se derrite ese oro forjado. Aquello que has amado, ahora es tu enemigo. Yo sé a dónde me dirijo. Sé porque la esperanza aún late en mi corazón, aunque late descompasado. Sé porque siempre hay esperanza. Te diré el secreto, amor mío, mi tesoro, en el fondo eres todo mi odio, el anillo de poder, y allí donde me dirijo, se funde en el amor eterno, el principio y fin de todas las cosas.

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