Lo he encontrado

Lo he encontrado

No sé lo que siento. Ahora estoy tranquilo, vuelvo a respirar, despierto. No sé lo que siento. Me miro al espejo, hay alguien mirándome, me inquieto. No sé lo que siento. ¿Acaso no soy el que era antes de ayer? La mirada vacia, desde el otro lado, no responde. Pasan los días, quiero volver, volver en el tiempo. No sé lo que siento. Mira adelante, coge tus heridas, aprieta fuerte y no mires atrás. No pienses, no sientas, no puedo más. Soy barro en tus manos, soy agua de mar, soy pintura extendida, un náufrago más. Al fin lo comprendo, no he de remar.
Mi corazón palpita más y más, se angustia, no está tranquilo porque le falta la caricia que le daba sosiego, una caricia tan suave y delicada que flotaba y se deshacía tiernamente, una caricia que al irse ha dejado un abismo que solo tú puedes llenar. Lo que era tristeza lucha por odiar, busca vengar el origen de su mal. Pobre corazón desconcertado. Vuelve, vuelve a latir en mi pecho desgarrado. No todo está perdido, ¡escucha! llaman a la puerta. ¡Despierta! En una orilla tranquila, escondida, te espera. ¡Escucha! Una voz potente crece, ¡obedece! Déjate llevar. Suelta ya su mano, déjala volar. Es mi Dios quien dice: acércate más. Quisiera yo hacerlo, ser ligero, nadar en ese cielo, ese cielo que está hecho de promesas, promesas de metal precioso, ¡Oh! Que hermoso. He abierto la puerta, pesada, grande. Si te digo lo que he visto no me creerias. Entre nubes, miro abajo. La escalera que seguía, dorada, ya no estaba. Y aunque es verdad que la pedí, cuando estuve allí, me dije: está escalera de sabiduría no era para mí, y surgía la pregunta: ¿Por qué la merecí? Aún asi, he entrado por la puerta, porque aunque he sufrido, lo he entendido, la alegría estaba allí. La alegría de seguirte, seguirte solo a ti. Si te digo lo que he visto, no me creerias. ¿Cómo puedo yo, pequeño, corresponder tú omnipotencia? ¿Cómo puedo darte las gracias por acercarme más a ti? por convertir lo que me hundia, en sabiduría, lo que me dolía, en alegría, lo que me oprimia, me solaza, lo que me angustiaba, me relaja. Si te digo lo que siento no me creerias. Una vez dentro, una cascada inunda mi pensamiento, son palabras, son su aliento, no creerias lo que siento. Es un fuego doloroso que no encuentra reposo, es el olvidado amor de un ardiente esposo que una noche oscura sufrió como ninguna. Y su esposa, la luna, la más hermosa, adornada por las estrellas, dio su alma, entera, serena. Si te digo lo que siento, no me creerias. La suerte que respiraba, astuta, me ocultaba este secreto, pero la escalera dorada, puente inesperado, ha salido a mí encuentro. Desde esta cima, las montañas se apartan, veo el reflejo de ese amor perfecto traicionado, una migaja anida en mi, recorre mi cuerpo. Se ha apartado un velo, la dulce infancia, caprichosa se aleja y al pasar a esta nueva estancia, puedo decir sin miedo, orgulloso, soy un hombre nuevo. ¿Qué es lo que allí viste? ¿Cómo encontraste ese lugar? ¿Quien te dio la llave de esa puerta celestial? Si buscas la respuesta, tu espíritu se inquieta, no quiere saber más. Siempre ansioso, siempre incompleto, indagando felicidad. ¿Es amor lo que busca? Ante mí, de pronto, una inmensa laguna, cristalina, pura, perfecta. El cielo azul celeste se refleja en ese espejo llano, sereno, totalmente quieto. En ese instante, la voz potente en el horizonte dice: ¡Ven! Ahora estoy tranquilo, vuelvo a respirar, confío. Me abandono, me rindo, echo a andar. Camino por el agua, paso firme, no me hundo. El lastre de las dudas ha quedado atrás. Esta es la llave que me permitió entrar. Un camino se abre paso, seco, estrecho. Parece absurdo recorrerlo. A su lado mil veredas, ninguna tiene igual. Chopos, arroyos y prados deslumbran al mirar. Voces. Se oyen voces: debemos caminar, pasear por estas sendas aunque no sepamos dónde van. Un peregrino disiente, el seco camino le atrae más. "Loco, ¿Dónde vas? ¿No ves que por aquí vas a disfrutar?" Se para, paciente, y compadecido responde: ¿No os parasteis a pensar que el objetivo de cualquier camino es acabar siempre en un lugar? Allá donde esté termina es donde anidan las golondrinas, donde pastan los rebaños y beben en remansos de paz.
Paz que se extiende, luz que guía, hazme santo, dame una gota de esa alegría. Eso es lo que allí había, el amor que de mi huia.

Comentarios

Entradas populares