UN MUNDO DIMINUTO
Pasa el tiempo. Ya no eres tan pequeño. Te ves cambiado. Tus alas se extienden orgullosas. Te miras en el charco reflejado y te das cuenta, eres un ganso. Gris y blanco.
Más tarde te preguntas: ¿De que sirve ser un ganso? El mundo diminuto que conocí, empequeñece. Los otros de mi especie ya no están conmigo. La hierba me cansa el paladar y los bichos son cada vez más pegajosos. Pero espera, soy un ganso, no tengo que preocuparme de todo esto. Son los hombres los que piensan. ¿Por qué entonces sé estás cosas? ¡Ah si! Fue aquel niño que me crio que cuando se hizo mayor me lo explico. Pero yo no quiero hacerme mayor, quiero ser como el niño, como el ganso inocente que disfruta del mundo en miniatura, que se da cuenta a su manera pero no puede albergar dudas.
Y así, decidido, lo olvide.
Concienciado de ser un ganso, y sin importarme el por qué, emprendí mi viaje. ¿Hacia dónde te preguntas? No me importa, soy un ganso y con eso basta.
Me dolían las patas de tanto caminar y aquel sitio me gustaba, nade a mis anchas en aquel estanque y descanse bajo el roble cercano. Era feliz al fin, sin problemas, sin conciencia de mi mismo siquiera.

Comentarios
Publicar un comentario