¿A dónde quieres ir?
¿A dónde quieres ir?
La gente va cambiando siempre. Cambiamos a lo largo de la vida. La cosa es si cambiamos para bien o para mal, y eso depende de saber primero a dónde queremos ir, o cómo queremos llegar a ser… y claro, cada uno se guía por sus ideas o sus creencias.
El problema es cuando no te guías por lo que deberías o no tienes una base sobre la que apoyarte (que para mí es Dios). Es entonces cuando te das cuenta de que tus objetivos en la vida son muy diferentes. Y es que al final eso es lo que importa, porque tú eres el que va tomando decisiones y eligiendo diferentes caminos. Como es normal, los caminos te llevan a determinados lugares… pero solo hay un camino para salvarse. Y ese camino es Jesús. Ya lo dice él mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre si no por mí”. Es por eso que uno descubre la importancia de distinguir en cada momento lo que está bien de lo que está mal.
Yo esto lo tengo clarísimo, ya que no es que algo esté mal porque sí y punto, sino porque es algo malo para nosotros. Porque Dios es nuestro padre, y un padre que solo quiere lo mejor para sus hijos. Hay muchas cosas que yo pienso esto están mal y solo es cuestión de pararse y analizarlo. Entiendo que algo está mal porque pienso en las consecuencias y los miles de motivos por los que a larga estas cosas pueden hacerte daño no solo a ti, sino también a aquellos que te rodean… no entiendo por qué la gente no lo ve, y esa es una de las cosas que más me cuesta aceptar.
Todos hemos experimentado en algún momento de nuestra vida esa incertidumbre por no saber si estábamos tomando la decisión correcta. La duda por si estaríamos haciendo las cosas bien… o mal. Y es que, aunque todos hayamos pasado por eso, es como si tuviésemos miedo de esa incertidumbre… Como si nos asustara plantearnos algo por si acaso descubrimos que no tenemos ni idea de qué hacer en cada momento, por si nos descubrimos inseguros e incapaces de controlarlo todo siguiendo nuestras reglas…, cada vez es menos habitual que la gente se plantee si quiera ciertas cosas, y que aquellos que lo hagan sean una minoría cada vez más reducida. Parece increíble, pero al final casi todo el mundo piensa igual con respecto a casi todo. Todo les parece bien, y todos sus argumentos se cimentan sobre la base: “hay que ser tolerante”. El hecho es que todo termina pareciéndoles bien y es algo en lo que uno no puede sino discrepar, pues hay ciertas cosas que no se pueden tolerar, por muy extremista que parezca. Pero para ello es necesario saber distinguir lo que está bien de lo que está mal, para poder impedirlo.
La pregunta del millón entonces sería la siguiente: ¿Qué cosas son entonces las que están bien y cuáles las que están mal? Cualquiera se preguntaría: “¿Por qué vas a saberlo tú y los demás no? ¿Cómo sabes que el que está en la verdad eres tú? O como un vez me dijo un amigo: “Hay muchas verdades, la verdad no es sólo una (quizá la cosa más absurda que he oído), y si tuvieras razón en eso, ¿por qué voy a tener que elegir lo que está bien y no lo que está mal? A lo mejor lo que para uno es bueno, para otro es malo". Yo quizá le diría que hay ciertas cosas que decide el corazón, y con ello me refiero a que uno ha de sentirlo.
El hecho de analizar las consecuencias y pensarlo con la lógica a veces no es suficiente. Cuando eras pequeño y pensabas algo que estaba mal, sabías que era malo sin que nadie te lo dijera porque te dolía, justo al contrario que cuando pensabas algo bueno, pues ello te hacía sentir bien, y en paz, o sea, feliz. De la misma manera, aun cuando hemos dejado de ser niños, hacer el mal nos hace daño, por mucho que a veces no queramos darnos cuenta. Quizá podrías ser feliz haciendo algo malo… pero a la larga todo tiene consecuencias, y estas terminan reflejándose en tu psicología, tu futuro, y esto afecta también a tu familia y aquellos de quienes te rodeas. Es solo que no te quieres dar cuenta, pero quizá podrías preguntarte por qué hay tanto divorcio, por ejemplo. Si no empiezas bien el matrimonio, las heridas no hacen sino crecer. Tus actos del pasado terminan teniendo su eco en tu presente y tu futuro.
Eso para mí es una guía. Otra son los Santos, que hasta hace poco no me di cuenta de lo importantes que son para nosotros porque ellos encontraron esa verdad y así lo demostraron con su vida. Échale un vistazo a la vida de los santos porque ellos fueron personas como nosotros, que, inquietas, buscaron lo que debían hacer en la vida, indagaban acerca de las respuestas y las encontraron. Eran súper felices… ¿Por qué? Porque entendían la vida, entendían para qué valía el sufrimiento y comprender esto es una de las claves que hacen que todo cambie una vez lo aceptas. Eso responde a por qué Dios permite esto o aquello. “Quien bien te quiere te hará llorar”. Y es que ellos pudieron entender la vida de aquella manera gracias al encuentro con la única verdad que ya he mencionado antes. La única verdad que es Jesús evidentemente, y que está esperando a que tú decidas buscarlo para encontrarse contigo. Hace poco vi la peli de San Agustín. Te recomiendo escuchar las reflexiones de este santo. Habla mucho sobre la verdad, y con esto me refiero a lo que está bien y lo que no. Curiosamente, este tipo se dedicó hasta los más de los 30 años a hacer lo que le dio la gana y ser, básicamente, un vividor. Él además había estudiado oratoria, por lo que tenía un gran dominio del lenguaje, gracias a lo cual ganaba juicios aun cuando la verdad no estuviera de su lado, pues a él lo que le importaba no era la verdad, sino sus intereses. Lo más interesante, es que cuando este hombre cambió de vida, la búsqueda de la verdad terminó siendo su único interés, así que yo creo que es muy probable que la encontrara (llegó incluso a ser obispo). ¿Por qué si no alguien con una vida llena de lujos cambiaría esta por una aparentemente peor, en la que todo el mundo se reía de él? En el caso de San Francisco, todo el mundo pensó que se había vuelto loco. ¿Por qué darle un giro de 180° a tu vida? Y ahí es donde digo yo que algo realmente auténtico debía de tener esa verdad como para que alguien haga eso. Y es que no es uno, sino miles de santos… ¿Qué habrán visto? ¿Qué habrán entendido? Algo pasa ahí. Todos estos santos a quien siguen es a la Iglesia Católica, a Jesús y sus mandamientos, la Biblia y sus enseñanzas… En definitiva, todo eso que ahora parecen solo cuentos de viejas que no tenían cultura ni otra cosa en la que entretenerse y se creyeron todo esto. Algo que no está bien visto por la sociedad y que tacha a todo aquel que las cree de inocente, estrecho, e incluso tonto por creer semejantes cuentos.
Lo cierto es que no es fácil ser la oveja negra y tener que luchar constantemente contra cientos de ideas modernistas con las que te bombardean y que solo buscan alejarte de Dios. Cuando intentas hacer como ellos, los santos, te das cuenta de que el mundo te rechaza, estás loco y eres un anticuado; no avanzas, no te adaptas a la sociedad porque hay que ser comprensivo y tolerante; hay que evolucionar… Y no se dan cuenta de que Dios es inmutable y la verdad siempre es la misma, por mucho que nosotros nos empeñemos en “evolucionar”.
Pueden llamarte de todo: retrógrado, iluso, se ríen de ti solo con mirarte, incluso se inventan palabras como homófobo, pero ahí está Jesús con sus palabras para consolarnos, que dijo que “cuando el mundo os rechace sabed que me rechazó a mí primero”, “no se puede servir a Dios y a al dinero”, "no se puede ser del mundo y ser de Dios, hay que estar en el mundo sin ser del mundo".
¿Cómo que no se puede ser del mundo? El mundo es la sociedad, lo que piensa la mayoría, las riquezas, lo material, lo mundano. Así que mira por donde no hay que ser como el mundo te dice que seas, porque después de todo, ¿quién te garantiza que lo que te ofrece el mundo te va a hacer plenamente feliz? La gran pregunta está más bien en ¿a dónde queremos llegar en la vida?. ¿Por qué es realmente importante tener claro que está bien y que no? Porque va a tener consecuencias en tu vida. Porque algo está mal si te hace daño a ti y a otros. ¿Cómo saberlo? Siguiendo el ejemplo de los santos. ¿Por qué? Porque ellos llegaron a descubrir algo tan importante, que cambiaron su vida y la dedicaron por completo a ello. Porque descubrieron la verdad. Porque entendieron la vida y encontraron la auténtica felicidad, esa que va más allá de la muerte. ¿Cómo se explica eso? ¿Cómo se explican tantos milagros en el mundo, tantos testimonios, tantos mártires que dieron su vida, y tantos santos incorruptos? ¿Cómo se explica eso? No saben explicarlo los que solo lo niegan. No hay un solo santo que no fuera feliz. Felicidad auténtica ¿te imaginas? Sabían lo que les esperaba en la otra vida. No lo creían, lo sabían. ¿O todos sufrían la misma enfermedad mental porque sí? Buenos pero locos, pobrecitos. No me lo parece.
He probado a hacer la misma cosa bien y mal hecha, y es que no me siento bien cuando lo hago mal, las propias palabras "bien" y "mal" expresan como se siente uno si hace una cosa o la otra. Te dirán: "Eso es por las ideas que te han metido en la cabeza, que no te dejan ser libre". ¿Libre? ¿Cuál es la libertad que ahora tanto le gusta a la gente? Los jóvenes son libres en un mundo que les obliga a hacer cosas libremente como beber hasta el punto de estar orgullosos de vomitar por las esquinas: "Tío, vaya ciego que pillé ayer, es que ni me acuerdo, qué mal lo pasé… hay que repetirlo". ¿Pero eres TONTO? ¿Cómo puedes hacer algo que hace que lo pases mal, y no solo sentirte orgulloso por ello, sino que quieres más? San Pablo diria: "Tienen por gloria sus miserias". Lo haces porque no hay otra cosa, es lo que hace todo el mundo, y si no lo haces tú también, te quedas sin amigos. Te están obligando a ser "libre", y donde empieza la obligación termina la libertad.
Piensan que la Iglesia oprime con sus reglas pero no se dan cuenta de que no es opresión, las reglas de la iglesia son como las sendas en la montaña, te dirigen a la cima seguro. Ellos prefieren ir campo a través porque piensan que esas sendas te coartan, que habrá mejores vistas desde otro sitio, que será más fácil, o más rápido o más emocionante por otro lado. Pues chico, ancha es Castilla. Puede que llegues a la cima pero lo más probable es que te precipites al vacío. Entonces, las ideas que me han metido en la cabeza, ¿me hacen libre o prisionero? ¿Libre para hacer el mal? ¿O prisionero de hacer el bien? ¿Qué prefieres? Yo digo que ser “prisionero” para hacer el bien te hace libre, y ser “libre” de hacer el mal te hace prisionero de él. Del mal, es decir, del pecado, o sea, del demonio.
El demonio y el infierno. "Eso no existe, ¿cómo te puedes creer eso, ya con la edad que tienes? ¿Cómo Dios va a crear algo así para sus hijos? Dios es bueno e infinitamente misericordioso, ¿no?". Eso dicen ahora algunos de los que se dicen católicos. Dios no perdona a todos sus hijos, Dios perdona a todos los hijos que se arrepienten, por eso es infinitamente misericordioso y justo, y esa misericordia es para quien le pide perdón, pero esa justicia se tiene que aplicar a quien no se lo pide. Aquellos que a pesar de haber hecho el mal no aceptan su culpabilidad y por ese pecado de soberbia deciden no pedir perdón, acaban en el infierno. Y al final es el estandarte del demonio: no serviré.
Como acabo de decir, el mal anda por ahí suelto, no se puede negar que existe tanto el mal como el bien, malos y buenos, hasta los niños pequeños lo saben. Piensa en tu infancia. Caperucita y el lobo o cualquier película tiene su villano, y la realidad no es más bonita, sino que más bien la realidad supera a la ficción. Si existe el mal, existen los malvados y no es justo que reciban lo mismo que los buenos. No habría justicia y Dios es también infinitamente justo. La misericordia solo se aplica a los que se arrepienten. ¿Cómo no va a existir el infierno entonces? ¿Dónde está la justicia en eso? Nada tendría sentido, los malos y los buenos, los que se arrepienten y los que no, irían a parar al mismo sitio. ¿Acaso somos tontos los buenos por aceptar el sufrimiento y vivir una vida "peor"? Nos están llamando tontos (como mínimo) a la cara. Si puedo vivir bien, ¿para qué vivir mal? Haré lo que me dé la gana, ¡y con quien me dé la gana! ¿Para qué las normas? "Bueno, pues porque hay que respetar a los demás". Ah, ¿sí? Pero ¿qué me importan a mí los demás?, ya nos veremos todos juntitos en el cielo flotando entre nubes.
El infierno no es algo para creer o no creer, es algo deducible, si mezclas la existencia del mal con la justicia (esa que todo el mundo quiere y que buscan por su cuenta para obtener la venganza que buscan) sale lógicamente el infierno. Es una consecuencia lógica. Y si hay infierno hay demonios. No tienes más que ver de qué está lleno el mundo, de gente mala, demonios. Dios no quiere eso para nosotros. ¿Cómo va a querer eso? ¿Quiere un padre algo malo para su hijo? No. ¿Por qué no lo impide si es todopoderoso? La cosa está en que Él nos ha hecho libres y no puede interferir en nuestra libertad, porque si no, esta dejaría de serlo. ¿Qué gracia tendría? ¿Qué mérito tendríamos si nos lo dan todo hecho?
La vida es una prueba constante. Piénsalo. Todo hay que ganárselo. Pues pasa lo mismo. Imagínate ganarte la vida eterna y merecértela. ¿No crees que es incomparable merecerlo?
Si lo piensas, demonios hay de muchos tipos. El mundo es del diablo. Jesús dice: "Mi reino no es de este mundo". ¿Por qué dice eso? Porque el mundo es reino de otro, al menos de momento. El mundo es enemigo de Dios. Le insultan, blasfeman sin motivo, le escupen. Le echan toda la culpa. La gente no quiere ver las consecuencias de sus actos y luego no quieren asumirlas. Dios nos avisa, no hacemos caso y luego le echamos la culpa, qué fácil. Así que, no todo vale en la vida, no van todos los caminos a Roma y “es muy peligroso, cruzar tu puerta, vas hacia el Camino, y si no cuidas tus pasos nunca sabes donde estos te pueden llevar”. Si tú tomas las de Villadiego llegarás a Villadiego, por mucho que el GPS vaya todo el rato recalculando la ruta hacia Roma. El GPS no conduce, sólo indica, tú llegas a donde has querido. Ese es el libre albedrío: Dios te aconseja, pero tú haces lo que te salga de las narices. Yo renunciaría gustosamente a ese libre albedrío. Preferiría que fuera como el autobús: billete para Roma y a dejarse llevar. Te puedes desviar del camino y volver mil veces pero cuanto más te alejes más difícil te será volver a encontrarlo. Te puedes caer y volver a levantarte pero eso será si estás luchando, no si estás arrastrándote por el fango y comiendo mierda, porque te será muy difícil ponerte en pie. Roma existe, "el mundo es cruel y oscuro, Roma es la luz". Roma es el cielo, así que; "si os veis cabalgando solos por verdes prados, el rostro bañado por el sol, que nos os cause temor… ¡Estaréis en el Elysium, porque ya habréis muerto! ¡Hermanos, lo que hacemos en la vida, tiene su eco en la eternidad!"

Comentarios
Publicar un comentario