Tras la tela continúa la actuación


Transcurre ahora el mes de mayo, mediados de mayo, y a la fecha vemos acontecimientos que de haberlos sabido hace años cualquiera se habría sorprendido. 

Paseamos por las calles de cualquier ciudad o casi incluso cualquier pueblo de este país nuestro y no podemos ver sonrisas, expresiones faciales, rasgos y belleza individual que antes respiraban aire fresco y disfrutaban de encontrarse unas con otras. Diferentes, curiosas. Se admiraban de un gesto, se alegraban de una respuesta silenciosa, se entendían con una pequeña mueca. Se apoyaban unos en otros porque se sabían semejantes al comparar sus rostros hermanos. 

Pero ahora son miradas que se esconden, que evitan ser descubiertas. Son bocas que se tapan al cruzarse porque otras pueden acusarlas. Y así, solo por ir descubiertas ser llamadas insolidarias, peligrosas, contagiosas. Acosadas estas personas por sonreír con su boca, por mirar con sus ojos valientes que chocan con miradas miedosas. Señalados han pasado a ser los únicos que no provocan. Apestados, echados de allí donde los manipulados abundan y tras esa tela bien acoplada, fundida ya en sus caras, cosida a sus orejas, que se hincha y deshincha con cada palabra y a su portador asfixia, intentan convencer de que están a salvo tras las mentiras que respiran. 

Son caras sin rostro que se desparraman sembrando miedo, recordando que nuestra vida pasada no es la misma que atesorábamos y que esta no volverá. Asegurándonos que la enfermedad nos envuelve a cada momento. Minando nuestra frágil psicología, desequilibrando la mente, jugando al juego impuesto por la sombra de los maquinadores. Presionando para hacer posibles sus planes. Y es que hay millones dispuestos a venderse a cualquier precio tan solo para recuperar la añorada libertad que visto está, como digo, no tenemos y en ello nos insiste este trapo que critico. ¡Cobardes! justifican que no podremos volver a tenerla sino nos inoculamos la solución que nos venden nuestros salvadores, que es obvio, son los mismos manipuladores. 

Yo digo que nos han convertido en gente esquiva, animalillos necesitados de camuflaje, seres apáticos, insensibles y despreocupados del prójimo. Nos han tapado la boca, nos han robado hasta el aire que respiramos, hasta el cariño de los más cercanos, nos han dividido, nos han enfrentado. Han torturado hasta a los más vulnerables. A muchos los han matado, de tristeza han quedado olvidados. Sin una caricia en su lecho de muerte. ¿Cómo se ha consentido? Levantemos ya la voz, clara, sincera y limpia pero no a través de esta imposición que nos esclaviza. Nos quieren deshumanizar, pero algunos no lo vamos a consentir y sabemos que el verdadero enemigo es el miedo y los cobardes le defienden. 

Hay quienes no hemos consentido en llevar este elemento degradante porque no nos vendemos. Quien más, quien menos, todos aceptamos el intercambio por nuestra seguridad. Porque los respetos humanos son un mandamiento. Porque el miedo, aunque sea pequeñito, un simple temor a perder una posesión, o una concepción buena de alguien hacia nosotros, o incluso miedo a perder a un amigo, es generalizado y le dejamos cohabitar en nuestro interior. Le damos lo que nos pide porque no es la verdadera libertad lo que amamos sino nuestra propia seguridad, nuestro propio yo. ¡Cobardes e hipócritas! La libertad tiene un precio. La exigimos pero cuando llega la hora nadie la defiende porque nadie quiere pagar y cuando pagan, pagan por salvar su pellejo a cualquier precio. 

Podría decir muchas más cosas, ir más lejos y acusar a quienes me provocan. Decir cómo me siento, diferente idiota. Gritar a los cuatro vientos que fui vencido. Que estoy solo perseguido. Que Dios ya no está conmigo. Fui engañado y confundido. Y que todo, es por mi culpa. Pero no lo haré. 

Porque es tiempo para los valientes. Porque aún somos humanos. Porque aún queda esperanza. Porque Dios está con nosotros. Porque hombres libres somos. 

Comentarios

Entradas populares